viernes, 9 de octubre de 2009

_Debes pagar por lo que hiciste.
_¿Qué hice? ¿Qué diablos hice?
_Le diste sangre equivocada a un paciente. Ahora está muerto. Muerto maldita zorra.
_¿Qué?
_Está muerto. Sangre tipo B negativo. ¿No lo aprendiste en la escuela de medicina? ¿Desde cuándo una sangre B negativo es compatible con una A negativo?
_No puede ser. Fue una confusión. Fue sólo UN momento. Estaba bajo presión.
_Bajo presión, ¡pero qué pedazo de idiota! Eso tenemos que aprender. A trabajar bajo presión.
_ B negativo. Por Dios. Compatible con otro B o con O. ¡Mierda, mierda, mierda!
_ Sí, lo sabe hasta un liceal, querida. Hasta un LICEAL. MATASTE A UN HOMBRE.
Pero todo era mentira. Todo era una gran mentira porque Eva Brwan tenía el culo apoyado en un gran almohadón de seda amarillo, con los párpados cerrados y su inconsciente viajando hacia el más allá. Por supuesto, estaba durmiendo, lo que se llama al más puro acto ejercido por todo ser vivo.
Cómo sufrió aquel sueño. Lo sufrió tanto hasta después de recibirse de neuróloga. Aquella A todavía la perseguía. Esa A que quedó grabada en lo más profundo de su memoria después de cometer aquel error en el examen. Afortunadamente fue sólo en el examen. Nunca ocurrió en la vida real. El sueño no se cumplió.