viernes, 9 de octubre de 2009

_Debes pagar por lo que hiciste.
_¿Qué hice? ¿Qué diablos hice?
_Le diste sangre equivocada a un paciente. Ahora está muerto. Muerto maldita zorra.
_¿Qué?
_Está muerto. Sangre tipo B negativo. ¿No lo aprendiste en la escuela de medicina? ¿Desde cuándo una sangre B negativo es compatible con una A negativo?
_No puede ser. Fue una confusión. Fue sólo UN momento. Estaba bajo presión.
_Bajo presión, ¡pero qué pedazo de idiota! Eso tenemos que aprender. A trabajar bajo presión.
_ B negativo. Por Dios. Compatible con otro B o con O. ¡Mierda, mierda, mierda!
_ Sí, lo sabe hasta un liceal, querida. Hasta un LICEAL. MATASTE A UN HOMBRE.
Pero todo era mentira. Todo era una gran mentira porque Eva Brwan tenía el culo apoyado en un gran almohadón de seda amarillo, con los párpados cerrados y su inconsciente viajando hacia el más allá. Por supuesto, estaba durmiendo, lo que se llama al más puro acto ejercido por todo ser vivo.
Cómo sufrió aquel sueño. Lo sufrió tanto hasta después de recibirse de neuróloga. Aquella A todavía la perseguía. Esa A que quedó grabada en lo más profundo de su memoria después de cometer aquel error en el examen. Afortunadamente fue sólo en el examen. Nunca ocurrió en la vida real. El sueño no se cumplió.

viernes, 5 de junio de 2009

Hallo, otra vez hablándole al aire... bueno... Hoy fue un día raro, cansador.
Cuando tengo días raros es cuando escribo en este espacio, si tengo un día común, pasable y corriente, no escribo.
Bueno, fuimos a la plaza cagancha a hacer una entrevista a amables personas que quisieran contestarla... por suerte la gente encaró y pudimos hacer como 20 XD Una persona se nos declaró "bohemio" e iba junto con otra persona con unas gafas Ray Ban gigantes... en fin...
Después tuvimos que comprar algo de víveres, fuimos a un quiosquito que yo conocía cerca de ahí, otra persona sació su apetito de carnívora en un carrito.
Seguimos caminando hasta llegar a la plaza independencia, y vimos unos BEARS.
Había muchos lindos, recuerdo especialmente el de Suecia, el de Francia, no sé, hubo varios que me gustaron, el de Brasil era feísimo sin ofender, había un par más feos, el de Uruguay sinceramente no lo veo tan feo, sí puede ser que no represente muchas cosas de acá. Lástima que unos engendros estaban molestando. Por suerte después se fueron.

Además entre todo eso había alguien que estaba experimentando su Friday I'm in love... si no lo entienden jódanse...

chau...




*

miércoles, 27 de mayo de 2009

Hola, cómo están? En realidad no sé a quién le hablo, porque casi nadie lee esto... Creo que nadie lo lee habitualmente, a no ser que yo pase por sus páginas... Tengo problemas para seguir escribiendo eso de Juana de Arco, ya que yo lo escribía mirando la película en youtube, y se me desconfiguró un programa para mirar cosas allí. Igualmente podría postear todo lo que tengo escrito. Creo que es lo que voy a hacer... No sé a quién diablos le estoy hablando... Bueno, ¿qué importa eso? Cada vez se me está yendo más esa historia de escribir, puede ser porque el liceo me esté consumiendo, y no estoy haciendo una orientación muy literaria... Muchas veces pasa eso, te gustan varias cosas en la vida, pero una vez que te decidís por una, se devora a todas las demás. Es muy triste.

Necesito terminar el liceo. Ahora, inmediatamente. En realidad no repetí ningún año, estoy haciendo 6to, pero estoy harta de ir ahí, siempre lo mismo. Ya me aburrí, quiero ir a otro lugar, por más que sé que en la facultad me van a exprimir como una naranja y voy a quedar muerta. Hace unos días tuve una crisis de identidad, a raíz de que una amiga tuvo una suya. Se podría decir que me la contagió, je je. Ahora me debato entre una profesión científica, y clásicamente establecida, contra otra que no sé si se podría llamar profesión, sería más bien un oficio, y no está muy asegurado el tema de la supervivencia... no sé.

Tenía ganas de postear Corazón Coraza (Sí ya sé, ahora que el pobre Benedetti se murió, venimos todos y posteamos algún poema de él) pero como hoy en la clase de alemán la profesora nos leyó la traducción, tenía ganas de subirlo en ese idioma... Para mí suena muy dulce... No sé por qué la gente dice que el alemán es un idioma feo y bruto... en fin...

Me voy a ir...

Chau...

jueves, 12 de marzo de 2009

Juana de Arco

Ya estaban fuera. Ya todo podía tranquilizarse. Pero él aún observaba, ansiaba verlo todo. Y nunca iba a dejar de hacerlo. La niña exhaló un profundo suspiro. Parecía que su corazón también quisiera liberarse, como un cardenal enjaulado. Se serenó un poco, e hizo la cabeza a un lado. Entonces estaba equivocada, aún no había terminado. Entre la abundancia verde, creyó ver unos reflejos color plata, se dejaban ver y se ocultaban. Tal vez no querían ser descubiertos. Juana se incorporó, para corroborar si seguía soñando. Pero allí estaba, y era una gran espada, de aquellas que usaban los caballeros, los que la niña veía pasar siempre altaneros en su montura. Pensó en tomarla, pero luego tuvo el incoherente pensamiento de que no podría, porque sería demasiado pesada. Decidió intentarlo de todos modos, y al posar su mano sobre ella, sintió un estremecimiento al contacto con el frío metal. Sus frágiles dedos se aferraron con fuerza a la empuñadura y, forzando los músculos, la levantó. Al hacerlo no sintió ningún peso, y comprendió que era innecesario realizar fuerza, ya que dicha espada resultó ser livianísima. La observó un buen rato, y vio su cara reflejada con toda claridad. Se recostó nuevamente, y empuñó el arma hacia el cielo, sosteniéndola un momento. Luego, murmuró su nombre, y, en ese mismo instante, algo cambió.
La luz ya no la iluminaba. La mirada divina y salvadora se había apagado, dejándola sola en una penumbra incierta, húmeda. Juana se sintió desprotegida, desnuda y en peligro, como los dos primeros seres creados y luego expulsados por Él. Sin embargo, al incorporarse, percibió que ese lugar, aquel bosque de altísimos árboles perennes, ya lo conocía. Pero en sus sueños. Era el lugar donde estaba Él, en su trono de piedra, pero no esta vez. El trono estaba vacío, porque el niño se había marchado.



http://www.youtube.com/watch?v=T4wh863-l6o acá pueden ver la parte correspondiente

miércoles, 4 de marzo de 2009

Juana de Arco, 5ta parte

Todo estaba bien. Todo era maravilloso. ¿En verdad lo era? No lo sabía. El cielo ya no se veía tan azul. Pero la luz la encandilaba, y sentía el viento en su rostro, parecía que unas finas manos la acariciaran, le desordenaran el cabello, le hicieran cosquillas. Abrió sus ojos. Sólo pudo ver una inmensidad de color gris plomizo, y unas nubes hechas de filigrana. Pero se movían demasiado rápido. Todo se movía demasiado rápido. Los colores se mezclaron; grises, verdes, rojos, y la agitación de Juana iba en aumento.
Me están mirando. Están observándome, todos ellos, todas esas figuras de mármol blanco. Y tenía razón, estaban allí, en su mente, para ver el gran milagro que se produciría; se creían sueños, espejismos. Pero al margen de estas presencias inertes, otra observaba a Juana, que a decir verdad, también era inerte, aunque no tanto, ya que vivía en su corazón. El niño. Sus ojos lo sabían todo, era omnipresente y omnisciente, y por lo tanto, sabía que había llegado el momento. Ya era hora de darle algún significado material a aquel espectáculo sobrenatural, ya era hora de dejar de hacerse creíble sólo en la mente, ya era hora de mostrar magnificencia. Te llamo, Juana. Te estoy llamando. Quiero que estas palabras broten de tu boca. Que salgan de la oscura caverna al bello jardín. Déjalas libres, Juana. Déjalas salir. La campana de la capilla retumbó. Juana. Juana.

viernes, 27 de febrero de 2009

Juana de Arco, cuarta parte

_ Y, ¿qué cosas te dice? _ Juana escuchaba la voz del cura como si los separara un profundo abismo.
_ Él dice_ La niña sentía su presencia _, él dice que debo ser buena. Ayudar a las demás personas, y cuidarme mucho _ de pronto comenzó a oír y entender con más claridad _. ¿Cree que venga del cielo?
El cura sonrió, convencido de que tal vez Juana no conseguía buena compañía para jugar, o se sentía sola, y había creado un divertido amigo imaginario. Sí, tenía que ser aquello.
_ Tal vez _ Los ojos de la niña despidieron brillantes _. Pero de lo que sí estoy seguro, es que de donde quiera que venga, debes hacerle caso, porque te da muy buenos consejos_ El cura miró el semblante de Juana y se asombró de que le diera tanta importancia _. Te absuelvo, en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
Al fin, por hoy estaba absuelta de todo pecado. Hasta hoy, estaba limpia.
Su alegría al salir de la capilla debió emocionar a todos los santos y vírgenes, una alegría que surgía de la más pura y religiosa devoción. La luz la envolvió y ella, gritando de júbilo, correteó por todo el lugar colinas abajo, por un campo cubierto de una natural alfombra roja; las delicadas flores que allí realizaban su acto inconsciente.
De improviso, supo que debía compartir su dicha con las personas que cuidaban de ella día a día, de modo que, entre contagiosas carcajadas, bajó por los montes cultivados hacia su pueblo, aquel al que tanto apego tenía. La sonrisa de su cara no sabía cómo huir de allí, los demás pueblerinos también sonreían al verla, ya que era rápidamente contagiosa, y encandilaba a más de uno. Había llegado a la puerta de su cabaña.
_ Es… ¡es maravilloso! _ exclamó emocionada, y sus pies, compartiendo también el sentimiento, huyeron de allí hacia otros lugares, nuevamente hacia los trigales y bosques nativos. Sus parientes se miraron extasiados y rieron al ver tanta emoción y felicidad, y por supuesto se preguntaron qué sería aquello tan “maravilloso”.
Su baile celestial no concluía aún, quería recorrer todos los lugares y rincones, comunicarle hasta a la más sencilla de las criaturas que era una con Dios.
Bajó por los montes, amarillos estos, o rojos, lilas quizá. Tropezó, cayó, se hizo daño, pero ya no importó. O tal vez sí. Una gran pierda, se interponía en su camino, la muy mezquina sabía que Juana no se percataría de ella. Y no lo hizo. Sus pies llevaban a cabo la función para la cual estaban destinados, y contra todo pronóstico, fallaron.
Una mala posición en el derecho, mal apoyo en el izquierdo, y la piedra, la gran enemiga, había logrado su cometido. Juana rodó colina abajo, mientras las espigas de trigo habrían paso. Ella, sin embargo, no dejaba de reír. El inerte mineral no había cumplido del todo su misión. Al fin, el movimiento cesó, y jalando enormes bocanadas de aire, con las carcajadas atravesadas, la niña quedó allí.

lunes, 9 de febrero de 2009

Juana de Arco, tercera parte

_ ¿Con “él”?
_ Sí… yo hago intentos de hablarle, pero él habla más tiempo.
_ Pero Juana, ¿quién es este “él”? Las sospechas cada vez tomaban formas más lógicas en su cabeza.
_ Nunca dice su nombre _ concluyó, tajante.
Una oleada de temores en forma de calor atacó al cura, quien, con la voz cada vez más quebrada, intentó obtener información sobre el asunto.
_ Pero… él que… _ hizo un esfuerzo para continuar _, apariencia tiene.
_ Es muy hermoso_. Los ojos de la niña se endurecieron, como si estuvieran confeccionados de un fino cristal.
La mente de Juana se perdía en coros religiosos y luces blanquísimas, en un torbellino alucinante que dejaba paso al ser más importante que en ese momento creía.
Su presencia estaba en la capilla, pero no estaba. Volaba rauda hacia los confines más misteriosos de la fe, que en ella se presentaba más directamente que en nadie. Sus pequeños pies se hallaban sobre un mullido colchón de hojas verdes, y todo a su alrededor era sólo vegetación que respondía también a este mismo color. El sol lo iluminaba todo con una luz cegadora y poderosa. Y allí estaba él, portentoso e impresionante, pero que a su vez poseía la inocencia y la ternura de un niño.
Porque el ser que se hallaba sentado en ese trono de piedra antiguo, no era más que un pequeño, para estar en iguales condiciones que Juana. Su vestimenta, de un blanco inmaculado, resultaba cegadora y avasallante a la vista. Sus ojos infantiles, poseían una austera mirada de adulto, y escrutaban a Juana, a esa niña que él mismo había elegido.
Sí, él la había elegido.

martes, 13 de enero de 2009

Señor, no puedes hacerme esto. Unos finos y juguetones dedos se aferraron a la rejilla, seguidos por una clara mirada, profunda y devota. El cura lanzó un gran suspiro, aliviado. Juana. Era sólo Juana. Qué chiquilla tan meritoria, pensó el cura. Los otros niños no concurren ni la mitad de las veces que ella a la capilla. A veces me parece que no es normal.
_ Niña, sabes que siempre es un gusto tenerte por aquí, pero que vengas dos o tres veces al día…
Juana lo miró con sus grandes ojos y el cura vio en ellos el ardor de la fe. Estaba completamente seguro de que el corazón de Cristo había llenado la totalidad del infantil corazón de Juana. Y no sólo su corazón, sino su mente, y sus actos.
_ Tengo que confesarme _ dijo ansiosa.
_ Pero ya lo hiciste hoy, en las primeras horas del día.
_ Quiero volver a hacerlo. Lo necesito. Por favor_ miró al cura expectante, y este le devolvió la mirada, preguntándose cómo una pequeña niña que debería estar entusiasmada con juegos, lecciones y tal, puede estar tan preocupada por el fuego eterno. Suspiró.
_ Y, ¿qué pecado tan atroz cometiste que no puede esperar hasta mañana para ser perdonado?
_ Enfrente de nuestra cabaña vi a un monje pobre. Estaba descalzo, y le di zapatos.
El cura esbozó una pequeña sonrisa, pensando que si todos fueran como Juana, se pasaría toda una noche y todo un día confesando a las miles de personas por cada acto que cometieron.
_ Juana _ comenzó pacientemente _, la caridad no es un pecado.
Ella parpadeó varias veces, respirando hondo.
_ Es que… no eran mis zapatos.
_ Pero, ¿de quién eran?
_ Eran de mi padre _. Bajó la mirada avergonzada.
El cura se pasó una callosa mano por la cabeza calva.
_ Seguro sabrá perdonarte.
Juana sonrió, y dijo: ya lo hizo. Luego bajó la mirada, y las sombras de sus párpados se reflejaron en sus generosos pómulos.
_ Pero quiero que Jesús me perdone también.
El buen cura, ya comenzando a impacientarse, intentó explicarle lo que había estado pensando hacía unos minutos.
_ Querida, si pidiéramos perdón todo el tiempo, a todas horas, pasaríamos toda nuestra vida en el templo, tú no puedes…
_ ¿Y eso es malo? _ lo interrumpió repentinamente Juana.
El hombre calló sin más, sin saber qué responder.
_ No, no lo es pero… _ decidió desviar la conversación hacia algún otro tema._ ¿Te gusta tu hogar, eres feliz allí? ¿Todo marcha bien con tu mamá, tu hermana?
_ Sí, me gusta mi casa. Mamá es muy buena, y mi hermana… ella es mi mejor amiga, es maravillosa.
_ ¿Y tus otros amigos? _ preguntó para distraer a Juana y hacer que se olvidara del asunto_. ¿No te gusta jugar con ellos?
Juana calló un minuto, con la mirada perdida en el vacío. Su semblante indicaba que estaba recordando algo, que ni ella misma estaba segura que fuera realidad.
_ Con ellos… sí, juego a diario.
_ Bueno, parece que va todo muy bien _ dijo el cura triunfante_. Entonces, ¿cómo es que vienes tan seguido?
Juana calló misteriosamente de nuevo. Recorrió con su inocente mirada toda la capilla, y finalmente miró al cura.
_ Yo… me siento segura aquí_ suspiró_. Es donde puedo hablar con él.
El cura frunció el ceño, confundido. Una idea estaba comenzando a formarse dentro de su cabeza. Pero no quiso creer.

jueves, 8 de enero de 2009

Juana de Arco (La película de Luc Besson, adaptada a novela)
Comienzo 5/1/09



La capilla del pequeño pueblo de Domrémy se hallaba silenciosa y en penumbra. De hecho, estaba tan inerte que no parecía que en su interior habitara un hálito divino.
El señor Jesucristo observaba todo desde las alturas, porque debía estar alejado de los mortales. Debían adorarle, pero temerle. La poca luz que penetraba en la estancia lo hacía difusa y dubitativamente. Pero era mejor así, ya que la gracia de Cristo no concebía ser deslumbrante. Sus ojos vacíos parecían mirar hacia el infinito, a la inmensidad de la sustancia etérea. A algo que ni él mismo en su momento supo explicar.
Una respiración agitada produjo un sonoro eco, que hizo que las numerosas vírgenes y santos se sobresaltaran. Pero no sólo ellos la escucharon. La castidad y obediencia siempre sucumbe a las costumbres ordinarias, y es así como el padre permanecía dormido en su confesionario hacía largas horas. Hasta ahora.
Abrió lentamente los ojos y trató de moverse, con un consecuente y agudo dolor de espalda. ¿Quién por Dios santísimo podría ser? Porque esta no era hora para confesiones. Si llegara a ser algún pilluelo con ganas de despertar a un pobre cura de un pequeño y mísero poblado, sólo para importunar, ya vería. No habría confesión para su familia por unos cuantos meses. Hasta los curas practican la venganza. Se rió para sus adentros. Y no sólo la venganza… Lentamente deslizó la pequeña madera para dejar abierta la rejilla de confesión. No se asomó nadie. Pero sí que había alguien. Se arrastraba por debajo, ensuciando sus blancas piernecitas. Conteniendo la respiración.
_ ¿Quién es el que anda por ahí? La criatura del suelo respiró hondo, incorporándose lentamente. Posó sus pequeñas manos en el polvoriento confesionario y comenzó a elevarlas hacia la rejilla de confesión dejando un inconfundible rastro humano. El cura percibió la sutil caricia y comprendió que lo que sea que había entrado se encontraba acurrucado allí abajo. Miró, nervioso, hacia la puerta y pensó en huir de allí, pero se encontraba estático en su lugar, como si una fuerza divina lo retuviera.

lunes, 5 de enero de 2009

sommer

¿Sabés lo que opino? ¿Qué? Que tenés que comenzar a ser la protagonista de tu vida. Sí, ya lo sé. Siempre me lo propongo y nunca lo hago. Siempre digo, bueno, el año que viene, todavía me queda tiempo. Per no. No me queda ningún tiempo. ¿Por qué el maldito verano siempre se empeña en hacerme ver cuán sola estoy? Siempre es en el verano que caigo en la cuenta de que, en realidad no tengo a nadie. Estoy completamente sola. Es bastante deprimente, ¿no lo creen? Pero yo ya me resigné. Que voy a estar para siempre sola en esta vida. Que, dicho sea de paso, no me importa que se termine ahora. Qué fuerte declaración, ¿verdad? No puedo aguantar más así. No sé aún cómo lo sigo aguantando. Si igual, en mi funeral, no creo que nadie llore por mí. Es más, nadie se va a enterar. Debería soltar una risa amarga ahora. Pero esta soledad es porque yo me la busqué, supongo. No, pero yo no la busqué. ¡No! Las circunstancias de la vida hicieron que perdiera a personas importantes, y ya nunca más uní lazos tan unidos con otra gente. Personas totalmente necias que desaparecieron de mi vida sin más. Siempre me queda el consuelo de que el verano que viene va a ser diferente. Lo va a ser. Pero en el fondo sé que no.