miércoles, 4 de marzo de 2009

Juana de Arco, 5ta parte

Todo estaba bien. Todo era maravilloso. ¿En verdad lo era? No lo sabía. El cielo ya no se veía tan azul. Pero la luz la encandilaba, y sentía el viento en su rostro, parecía que unas finas manos la acariciaran, le desordenaran el cabello, le hicieran cosquillas. Abrió sus ojos. Sólo pudo ver una inmensidad de color gris plomizo, y unas nubes hechas de filigrana. Pero se movían demasiado rápido. Todo se movía demasiado rápido. Los colores se mezclaron; grises, verdes, rojos, y la agitación de Juana iba en aumento.
Me están mirando. Están observándome, todos ellos, todas esas figuras de mármol blanco. Y tenía razón, estaban allí, en su mente, para ver el gran milagro que se produciría; se creían sueños, espejismos. Pero al margen de estas presencias inertes, otra observaba a Juana, que a decir verdad, también era inerte, aunque no tanto, ya que vivía en su corazón. El niño. Sus ojos lo sabían todo, era omnipresente y omnisciente, y por lo tanto, sabía que había llegado el momento. Ya era hora de darle algún significado material a aquel espectáculo sobrenatural, ya era hora de dejar de hacerse creíble sólo en la mente, ya era hora de mostrar magnificencia. Te llamo, Juana. Te estoy llamando. Quiero que estas palabras broten de tu boca. Que salgan de la oscura caverna al bello jardín. Déjalas libres, Juana. Déjalas salir. La campana de la capilla retumbó. Juana. Juana.

2 comentarios:

  1. Hola, estas escribiendo el texto del filme?

    Besos imaginarios...

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  2. Fascinantes tus textos, Sofía.
    Un placer visitarte.

    Coje tantas fotos como gustes, encantada de que te gusten.
    Pasa cuando quieras.
    Besos.

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