martes, 30 de diciembre de 2008

Five o'clock tea

Las suaves cortinas de seda negra y los profundos vitros multicolores. Las pequeñas tazas de porcelana fina y los relucientes y trabajados cubiertos. El azúcar esparcido por la superficie de la vieja mesa de madera, heredada de su bisabuela. Aromas y vapores soporíferos inundando cada cosa inerte o viva, como un aliento divino en su afán de protegerlo todo. ¿De dónde provenía ese vapor? Ella visualizó la fuente de origen. A través de la bruma, sus ojos observaron una pequeña taza . Está bien. Es lo correcto. Así tiene que ser. La tierna carne de sus dedos escoció y suplicó frío. Pero ella no la obedeció, sino que además sintió cómo el dulce líquido se deslizaba por su garganta. Un líquido preparado con hierbas aromáticas. Arrebatadas de un pueblo. Toda la atmósfera acompañó ese simple acto. Pero un rebelde y audaz gota, se escabuyó por su comisura labial, yendo a parar a lo más recóndito de la anatomía humana. Demasiada privacidad para una gota de té.

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